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AGWAḤA o duelo primaveral

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Una de las efemérides del ancestral ciclo animista amazighe es el Aguaha o Duelo primaveral. En este periodo se guardaba un cuidado ritual que ayudara al cereal en sus últimos días. La importancia estriba en que la cebada era el sustento básico de la población amazighe de Canarias. Josué Cabrera profundiza en la significación cosmogónica con ayuda de la documentación etnográfica sobre los amazighes continentales, donde entroncan las raíces de los indígenas isleños. 

Cultivos de Tamosen (cebada) en la vega de Agaldar. Josué Cabrera (c) 
  • El comienzo de este ciclo viene marcado por la desaparición la estrella Canopo y posteriormente de Las Pléyades, sobre el 30 de abril.  
  • Este 'duelo' de 40 días se guardaba ejerciendo determinados actos rituales. Su práctica entre los antiguos canarios fue documentado por Antonio de Viana.
  • Tras el Aguaha el cereal pasaría por las hoces de cuerno y tabona. Entendían que gracias a la muerte del cereal ellos salvarían sus vidas. El cereal era el Salvador.

Josué Cabrera González. Agwaha es el característico lamento amazighe que encontramos en la endecha canaria Aicá Maragá, recogida por Leonardo Torriani, para expresar el profundo dolor por un duelo. Un pesar, que con motivo de este artículo, no hará condolencias por la pérdida de ningún individuo en particular del grupo humano, sino por la muerte de un ser muy relacionado con la fertilidad de los campos, la Gran Serpiente de la Tierra. Y es que según la cosmovisión animista más antigua de nuestro pueblo, no sólo los seres humanos, plantas y resto de animales están dotados de consciencia o ánima. Esa esencia o sustancia espiritual e inmaterial que da origen y sentido a las diferentes formas físicas de vida con las que cohabitamos en este mundo, también permea y sustenta a otros seres conscientes que escapan a la realidad que experimentamos con nuestros cinco sentidos corporales. 


Una antigua consciencia, presente desde los orígenes del cosmos, sería la causa del dinamismo de atracción-repulsión / vida-muerte del universo… la Gran Serpiente Negra o Árbol Cósmico. En su estadio más primitivo se le representa como un zig-zag negro que separaba los dos principios complementarios del numen primordial; el agua y el fuego. Su representación posterior, como resultado de la Gran Explosión Cósmica, sería la de un tridente negro invertido, momento en el que se erige como el Árbol Cósmico o Axis Mundi por excelencia, interconectando y permeando las diferentes realidades del universo. Desde entonces, este Ser se encarga de guardar el equilibrio entre los polos opuestos que dinamizan la existencia, y por ello, cual serpiente que muda constantemente su piel, trae una muerte aparente a todo lo que le rodea, para luego resucitarlo y darle vida, bajo un nuevo aspecto, con una nueva piel. Esto sucede en las tierras de Canarias cuando llega el periodo agrícola del pasto, caracterizado por la ausencia de lluvias y un aumento considerable de la intensidad solar, trayendo consigo la muerte de una gran parte de la vegetación isleña.

Representación del 'huevo cósmico' dividido por la Gran
Serpiente Negra  y  el  árbol cósmico en la parte central. Josué Cabrera (c)
Astronómicamente, el comienzo de este periodo o ciclo del pasto viene marcado por la desaparición en el firmamento del cúmulo estelar de Las Pléyades, aproximadamente el día 30 de abril, precedida, a penas unos días, por el ocaso acrónico de la estrella Canopo, conocida como Wayyaarmennapor los antiguos canarios. Su nombre nos recuerda lo que sucede tras su ausencia; ha llegado el tiempo de la estación seca del año y, por tanto, su protección se desvanece y la Gran Serpiente de la Tierra muda su piel, trayendo la muerte sobre nuestros campos. Este ocaso cósmico de Las Cabrillas (Pléyades) daba inicio al característico período de duelo de cuarenta días que, por tradición, nuestro Pueblo guardaba desde tiempos inmemorables. Pues cuarenta son los días que transcurren desde la desaparición de este cúmulo estelar, hasta su reaparición u orto helíaco. Es un período incierto y temido, pues la Gran Serpiente acaba de morir, trayendo consigo la muerte de los campos, pero a las espigas de los cereales todavía les falta, aproximadamente esos cuarenta días críticos para concluir su maduración, por lo que aún es pronto para saber cuál será la suerte final que correrá la cebada.


Las Pléyades o 'Cabrillas'

Este duelo, observado con motivo de la muerte del Gran Ofidio, en el que se lamentaba la pérdida de la fertilidad de la tierra, se guardaba ejerciendo determinados actos mágicos rituales, así como acatando toda una serie de tabúes que pretendían evitar la sequía inminente de los campos de cultivo y la muerte repentina de los cereales. Son las mismas prohibiciones que se acataban cuando moría alguien del poblado, pues la muerte implicaba el tránsito de las almas desde el mundo de los vivos hacia el mundo de los muertos, lo que suponía un peligro considerable, tanto para los mortales como para los finaos, si no se guardaba cierta cautela. Transcurridos los cuarenta días, y si el duelo había sido observado correctamente, las almas de los difuntos terminaban por integrarse armoniosamente y por completo en el mundo de los Antepasados. Paralelamente, el duelo por la muerte de la Gran Serpiente y los tabúes establecidos pretendían conseguir su cadencioso regreso a las profundidades de la tierra, para luego renacer una vez más en otoño, tras renovar su piel, impregnando nuevamente los campos de fertilidad y vida.


Así lo refleja Antonio de Viana cuando dice que “guardaban por costumbre antigua, por días festivales de cada año del mes de abril, los nueve postrimeros, porque les diese Dios cosecha próspera de frutos y ganados, y aunque hubiese guerra entre ellos, había entonces treguas con paz tranquila, en tanto que duraban las fiestas, regocijos y placeres.” Música y cantos amenizaban los bailes de las parejas enfrentadas, que ritualmente imitaban el movimiento zigceante de la Gran Serpiente, el Árbol Cósmico a quien rendían culto en un afán por conseguir que éste, en su tránsito de muerte, siguiese bendiciéndoles con los remanentes de fertilidad necesarios para que los cereales completasen su maduración, y la siega llegase a ser abundante y próspera. En su descenso a las profundidades de la tierra, el Gran Ofidio se llevaba consigo la vida al lugar que la originaba, al mismo tiempo que los espíritus de los antepasados, invocados durante la sementera, empezaban a integrarse también en su lugar de origen. Pasados los cuarenta días, las Pléyades volvían a salir por el este, y el duelo llegaba a su fin. Era el momento de liberar a los muertos que en un último esfuerzo habían transmitido los restos del poder fertilizante del subsuelo a las espigas de la cebada. Tenían más que ganado su descanso, y ahora les tocaba regresar al Sol.


El cereal, hijo de la pareja Cielo-Tierra, pasaría entonces por las hoces de cuerno y tabona. Nuestros antepasados entendían que gracias a la muerte del cereal ellos salvarían sus vidas. El cereal era el Salvador, y ésa fue su misión desde el principio, ser el Gran Sacrificio, la imagen tangible de la Gran Serpiente de la Tierra que muere y resucita, mudando su piel perpetuamente y guardando el equilibrio entre la vida y la muerte. Por esta razón, nuestro Pueblo honraba su duelo, así como su renacimiento tras el orto helíaco de las Pléyades. Un serpentino despertar que producía la renovación de Tammurt, la Tierra, transformando su estéril, seco y viejo semblante en el bello rostro de la virgen y fértil joven que deseaba Aqqoran, para convertirla en madre una vez más, al recibir de éste, nuevamente, el don de la simiente celestial.

Josué Cabrera González

BIBLIOGRAFÍA

PÂQUES, VIVIANA.
1964. L’Arbre Cosmique dans la Pensée Populaire et dans la Vie Quotidienne du Nord-Ouest Africain. Paris: Éditions L’Harmattan, 1995.

SERVIER, JEAN. 1962. Les Portes de l'Année. Rites et Symboles. L’Algérie dans la tradition méditerranéenne. París: Robert Laffont. Mónaco: Éditions du Rocher, 1985.

MAKILAM, 1999. Signes et Rituels Magiques des Femmes Kabyles.
Aix-en-Provence: Edisud, 2005.

VIANA, ANTONIO. 1604. Antigüedades de las Islas Afortunadas. Canarias: Edición de M.R. Alonso. Gobierno de Canarias, 1991.

REYES, IGNACIO. 2012. Diccionario histórico-etimológico del amaziq insular. http://insuloamaziq.blogspot.com.es/ SHAC. Islas Canarias, 2012.



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